En la fosa común existente en el cementerio de Salillas de Jalón reposan seis vecinos de Epila y uno de La Almunia de Doña Godina que fueron asesinados por los sublevados junto a la “acequia de Mareca” en 1936. Permanece sin señalizar y nada indica que esos hombres pudieran descansar allí, más allá de los testimonios de los informantes de Salillas que todavía recuerdan la matanza.

La fecha de los acontecimientos es aproximada.

Otras víctimas de la represión ejercida por los sublevados: Eloy Langarita García, Sebastián Rodríguez Rodríguez y Gerardo Fuertes Santolaria fueron asesinados junto con el jefe de la estación de ferrocarril de Calatorao, cuyo nombre ya no recordaban los informantes. En un primer momento Sebastián Rodríguez logró eludir su detención ocultándose, pero fue denunciado por uno de sus convecinos y trasladado a Zaragoza, donde fue fusilado el 27 de septiembre de 1936. Tanto él como sus tres compañeros de infortunio permanecen desaparecidos a día de hoy.